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Díaz Cañabate, frecuentador de tertulias y devoto de las recónditas
sutilezas que argumentan la Fiesta nacional, logra en este libro un
auténtico memorial de nostalgia y elogio del Madrid de la posguerra.
Anécdotas, diálogos llenos de gracia, curiosidades de la historia y la
intrahistoria madrileña divierten el texto de esta bella obra escrita
bajo el signo del mejor realismo español.
Este libro va a tener mucho de caótico ?dice Antonio Díaz Cañabate en su Historia de una taberna?,
va a salir sin un plan, a la buena de Dios, un poco como las
conversaciones de la taberna, entre copa y copa, desordenadas,
versátiles, alocadas; chispas que saltan, alegres, tristes, cultas,
ignorantes, graciosas, patosas... Pues así en estas páginas. Que nadie
se llame a engaño. No seguiremos un camino real, iremos por los atajos,
por las vereditas. Procuraremos que estas vereditas y estos atajos sean
amenos, sin matorrales espesos, sin cactos (...). Si estas páginas salen
dicharacheras, ligeras, si queda alguna chavala con el espíritu de las
chavalas madrileñas que hacían corro las tardes de toros frente a la
taberna de Antonio Sánchez para verle salir vestido de torero camino de
la plaza, y si a esa chavala le gusta el libro, me daré por bien pagado,
como si el elogio viniera de don Marcelino Menéndez y Pelayo, redivivo.
Díaz Cañabate, frecuentador de tertulias y devoto de las recónditas
sutilezas que argumentan la Fiesta nacional, logra en este libro un
auténtico memorial de nostalgia y elogio del Madrid de la posguerra.
Anécdotas, diálogos llenos de gracia, curiosidades de la historia y la
intrahistoria madrileña divierten el texto de esta bella obra escrita
bajo el signo del mejor realismo español. Una evocación de la primera
juventud vivida bajo la luz clarividente de ese Madrid que no tiene
inconveniente en burlarse un poco de sí mismo.